El extractivismo asociado al rol primario exportador se impuso a los países de la región desde la Conquista, con el régimen colonial que conformó la primera economía-mundo capitalista en la que los países de Latinoamérica se integraron de manera periférica y como proveedores de materias primas a los países centrales.
En la actualidad, la noción de extractivismo aparece comúnmente vinculada con actividades denunciadas por organizaciones y grupos que se declaran en procesos de resistencia no solamente en América Latina (Cuadra, 2014), sino también en otras partes del mundo.
Así, el extractivismo está asociado con fenómenos de movilización social y política en contra de ciertas acciones que afectan a grupos campesinos, indígenas y afrodescendientes o de mujeres (Salazar Ramírez, 2017) en distintos puntos del continente latinoamericano.
Además se destaca que tiende a ser vinculado con la globalización y las políticas internacionales derivadas del modelo capitalista (Azamar y Ponce, 2014), con la internacionalización de los mercados y con la noción de “acumulación por desposesión” propuesta por Harvey (2004) y retomada tanto por académicos como por grupos sociales.
A su vez en estos tiempos también hace referencia a la “promesa del desarrollo”, en la cual dicha idea se asocia a lo que Svampa (2014) denomina como una visión “eldoradista”, en la que se impone un sentido común de bienestar asociados a ideales de consumo que jerarquizan y valoran un modo de vida occidental, moderno e imperial.
El origen de esta “promesa de desarrollo”, si bien tiene sus reediciones y el término de “desarrollo” surge después de la Segunda Guerra Mundial, pero mantiene sus raíces en los tiempos coloniales.
Por lo que, en dicha forma de organización global, las economías del sur se someten a los centros de poder mundial que imponen sus necesidades sobre las necesidades locales, ordenando qué se produce y cómo, qué negocios se privilegian y cuáles no, en función de esto fue que Latinoamérica se consolidó como exportadora de materias primas, especialmente de productos agropecuarios, metalíferos y forestales con un procesamiento básico.
A lo que ante lo expuesto anteriormente conlleva a un esquema donde fueron clave las faltas de pautas o estándares ambientales, sumando además la flexibilización laboral de las regulaciones respecto del trabajo.
Caso de extractivismo en el Mar Argentino
El 30 de diciembre del 2021, el Ministerio de Ambiente aprobó la exploración petrolera en el Mar Argentino, lo que significa que la mencionada medida abre la puerta a que las principales petroleras globales realicen actividades off shore a tan solo 300 km de la costa de Mar del Plata.
La multinacional elegida para la exploración en la plataforma marítima nacional, es Equinor, con la utilización de la exploración sísmica, técnica que emplea bombas acústicas que chocan con el fondo marino, con el fin de localizar y extraer hidrocarburos. Lo que generaría una explosión cada 10 segundos las 24 horas del día, esto no solo contamina el agua, sino que afecta enormemente a la biodiversidad marina.
Por otro lado, donde hay petróleo, como se sabe hay derrames según los estudios académicos, la ocurrencia de derrames es del 100%, por lo que el costo ambiental que tienen estos episodios, es incalculable.
Mas allá de que sostienen que es una actividad “segura”, es complejo creer en ello, viendo los ejemplos que hay, no solo en el mundo, sino también en nuestro país, sin desconocer por ejemplo el derrame de petróleo que sucedió en Rio negro el año pasado.
¿Cómo reacciona el pueblo ante el extractivismo?
Las comunidades se oponen a estos modelos de “maldesarrollo”, como también dice Svampa (2014), demandan justicia ambiental y exigen la participación en la toma de decisiones respecto del uso del territorio como una deuda democrática.
Por lo que se organizan tanto desde la sociedad civil, como de organizaciones ambientalistas para movilizarse, cabe mencionar que en los primeros días de julio , convocaron a una nueva marcha en contra de la exploración offshore que dieron a conocer mediante un comunicado donde remarcaron que “ante la propaganda propetrolera impulsada por el gobierno, las corporaciones, el empresariado local y las cúpulas sindicales aliadas del extractivismo, desde la Asamblea por un Mar libre de Petroleras convocamos a un nuevo Atlanticazo, para seguir demostrando en las calles que el proyecto petrolero no tiene licencia social”.
"Desconociendo a su vez los recursos de amparo presentados y la medida cautelar dictaminada por la justicia federal que frena este proyecto ilícito, que va a contramano de la realidad, de cara a la enorme crisis socio climática que nuestro mundo atraviesa. Todo lo anterior, deja en claro que poco les importa la opinión de quienes habitamos estos territorios y que desde el gobierno nacional la decisión de entregar el mar al extractivismo petrolero ya está tomada. Pero las comunidades costeras no somos territorios de sacrificio, y no dejaremos las calles hasta que den marcha atrás con el proyecto petrolero costa afuera”, cerraron.
Conclusión
Sin lugar a dudas, los megaproyectos de extractivismo han producido diversos impactos socioambientales negativos, que se han hecho manifiestos en primera instancia por una disputa territorial y acceso a diversos recursos naturales por las comunidades afectadas.
Es de suma importancia resaltar este fenómeno, si consideramos que aún con el marco de referencia internacional del desarrollo sustentable, algunos sectores sociales, gobiernos, siguen impulsando el extractivismo, al considerarlo indispensable para impulsar el “ascenso” de sus naciones, no obstante, deja a un lado las condiciones desfavorables que promueve esta actividad.
En la Argentina, la orientación exportadora se defiende como un medio para pagar la deuda externa y lograr una economía “sustentable”, acorde a los mandatos de los organismos internacionales de crédito. Pero el neodesarrollismo, aunque siempre afirma la necesidad de agregar valor y de generar empleo sobre la base de las ventajas que generan las materias primas, no se cuestiona la preeminencia de este mandato exportador.
Por lo que así, se omiten cuáles son las consecuencias de la explotación de los ecosistemas y de la fuerza de trabajo a partir de esta actividad, desconociéndose así que justamente el plan del del FMI incluye más extractivismo.
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