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Francia, primera vicepresidenta afrodescendiente: vivir sabroso y lucha popular

Introducción


A partir de la década de los años 90, un conjunto de situaciones del contexto colombiano diseñaron el escenario ideal para el desarrollo de intensas movilizaciones, ya que el país se enfrentaba a una profunda crisis política derivada de la así llamada hasta entonces por los analista, violencia política, la cual se había incrementado de tal manera que el Estado mediante una apertura política, buscaba alternativas en las que las organizaciones sociales participaran, con miras a concretar un proyecto de Reforma Constitucional.

Varios intentos previos habían resultado fallidos, pero finalmente, en 1990 se logra convocar a una Asamblea Nacional constituyente que abre el espacio para una etapa inusual en la vida política de dicho país. Diversos sectores sociales, culturales, políticos, entre otros, iniciaron y fortalecieron procesos organizativos, desarrollando una importante movilización colectiva alrededor de propuestas a incluir en la nueva Carta Constitucional.

Sectores invisibilizados en el escenario público, tuvieron su lugar en los debates, foros, encuentros, talleres y eventos, tales como los movimientos indígenas, los negros, afrocolombianos y las mujeres.

Toda esta movilización la suscitaba la expectativa de elevar a rango constitucional el reconocimiento negado por siglos a los “grupos étnicos” como quedaron nombrados en el texto constitucional, con mucho desacuerdo por parte del movimiento negro y de algunos de sus asesores.

El artículo transitorio 55 sentó las bases para la elaboración de una ley que, con la participación de los interesados, desarrollara las estructuras jurídicas que darían origen al nuevo orden constitucional colombiano en relación con grupos de población antes invisibles en la idea de un Estado nacional homogéneo pero discriminatorio y excluyente de sus “minorías étnicas”, fue así que se redactó el texto de la ley 70 de 1993, conocida como “ley de comunidades negras” (Lamus 2008).

En el contexto colombiano que da lugar a estos procesos, además de la apertura política que significó la Constitución de 1991, también habría que mencionar los cambios introducidos a nivel global por las políticas de corte neoliberal y en el caso del Pacífico colombiano, la presencia de macroproyectos y nuevas formas de acumulación de capital que amenazan el territorio, su biodiversidad y la vida de sus habitantes.

De este modo, la diversidad biológica y las riquezas naturales de la región se volvieron de gran interés para su explotación y vinculación del país a la economía mundial., por lo que en este contexto que hay que entender el desarrollo de los movimientos de comunidades negras o afrocolombianas, alrededor del territorio, la identidad, los derechos culturales, la diferencia, la conservación de la biodiversidad, el reconocimiento de su ser negro/negra, como elementos políticos de una representación del sí mismo, a diferencia de las construcciones hasta entonces impuestas desde fuera, desde alteridades hegemónicas (Lamus 2008).

Es este momento el que enmarca una transformación política y cultural en las relaciones de las comunidades negras con el Estado y con el resto de la sociedad colombiano.


Las mujeres afro y la política


La política formal, un escenario tradicionalmente “de hombres” y de difícil acceso para las mujeres, se presenta como una barrera más alta cuando ellas son afrodescendientes.

Los escasos datos sobre las mujeres afro en la región latinoamericana y del Caribe, son una muestra de la ausencia de construcción estadística con enfoque diferencial e interseccional.

Uno de los aspectos que más preocupa es el de la pobreza, el panorama social de América Latina de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) muestra que “en los siete países con información disponible la tasa de pobreza de los grupos indígenas o afrodescendientes puede exceder de 1 a 4 veces a la del resto de la población”. Claramente, la pobreza se convierte en un obstáculo para el acceso de las personas a los bienes materiales y simbólicos.

Si las mujeres soportan grandes discriminaciones asociadas a su género, la interseccionalidad permite comprender que, adicional a esta opresión, se encuentran las relacionadas con la raza o la etnia, así que en las afro e indígenas se profundiza la discriminación.

Con fenómenos como la feminización de la pobreza, las mujeres racializadas son las que llevan la peor parte, registrándose en los más altos niveles de pobreza; de manera inversamente proporcional, las mujeres afro e indígenas, son las que menos lugares de representación política tienen en la sociedad.

Actualmente se presenta un escenario clásicamente masculino de difícil acceso para las mujeres, y doblemente más cerrado si se son afrodescendiente. Por ello, algunas de las que se destacan son:

La colombiana Zulia Mena García, nació en 1965. Fue la primera mujer afrocolombiana congresista; alcaldesa de Quibdó en Chocó y viceministra de Cultura.

Francia Márquez Mina, de Colombia, es activista y defensora de los Derechos Humanos, política y ganadora del Premio Medio Ambiental Goldman en 2018.


El Fenómeno Francia Márquez


Afrocolombiana, abogada, defensora medioambiental, representante de las víctimas del conflicto armado en el marco del proceso de paz, líder comunitaria, madre soltera, hija y nieta de agricultores y mineros. En 2015, ganó el Premio Nacional a la defensa de los derechos humanos en Colombia y, en 2018, el Premio Medioambiental Goldman por su lucha en la zona del Cauca. Feminista anti patriarcal y anticolonial, Francia Márquez es la actual vicepresidenta de Colombia y, en pocos días, asumirá su cargo.

Francia llevó en su campaña una idea síntesis de la gestión de su política, el vivir sabroso. Para la socióloga, la novedad política es que logró poner en palabras, en discursos, en el cuerpo de alguien las movilizaciones alrededor de la resistencia y la lucha frente a la discriminación, Francia le puso nombre al hablar de los nadies, de vivir sabroso. Y agrega: “Los movimientos antiderechos y la resistencia de tantas personas que carecen de una formación política lo han usado a modo de risa, pensando que realmente vivir sabroso es un eslogan o algo que no tiene un fondo".

Por último cabe destacar que en un país que vive hace años una violencia cotidiana, injusta, una guerra civil que mató a tantas personas inocentes, que, sistemáticamente, avanza sobre las mujeres y diversidades sexuales, Francia es resistida por los sectores de la élite e, incluso, por muchas mujeres.

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