Desde el nacimiento del pensamiento político occidental, la metáfora de la colmena ha servido para representar la sociedad política.
La simple asociación entre el destino de las abejas y el de la humanidad se expresa también en mitos y leyendas ancestrales, donde múltiples culturas han encontrado en la colmena, una fuente de inspiración y un modelo de sabiduría, de modo tal, que la vida de las abejas nos conduciría a la filosofía y permitiría hablar de la colmena como una escuela filosófica mitológicamente, desde el relato del origen de Aristeo-guardián de las abejas-.
Para Aristóteles, el detalle del orden de la colmena , representa un microcosmos dentro del Gran Cosmos y lo que indica además una armonía ente lo más pequeño y lo más grande.
Según este filósofo la abeja es un insecto, a la vez político, divino y prudente, que lo diferencia del hombre, ya que ésta es prudente y política de manera natural. A su vez las califica como divinas por el tipo de reproducción, debido a que engendran una especie distinta a la propia, engendran algo mejor; “las obreras no son engendradas por obreras, sino por sus jefes”.
Por ende para Aristóteles, ello permite entender el pasaje del no ser al ser y liga a las abejas con lo humano aunque marca también en que rasgos se distinguen: “en la colmena existen al menos tres tipos de habitantes, cuyo sexo es incierto, los reyes, los zánganos y las obreras”.
Los principales exponentes de la filosofía política de la modernidad han recurrido a la abeja y la colmena como metáfora para tipificar el orden ideal de la sociedad humana; cabe destacar que la literatura apícola reaparece en Francia, Inglaterra y en las nuevas repúblicas americanas, con la exaltación de los valores de la abeja republicana (Ambrosini ,2017).
Thomas Jefferson afirma que las abejas del continente americano no son monárquicas sino republicanas, en dicha valorización democrática del reparto de las tareas en la colmena, las abejas obreras son consideradas como quienes sostienen la vida, producen y protegen a la reina y los zánganos.
La mencionada concepción anuncia una ruptura con la justificación de otros órdenes políticos donde es el jefe el que preserva la unidad de las comunidades (Ambrosini ,2017).
Más allá de las críticas o las diversas perspectivas existentes, en relación a las abejas, los autores nos recuerdan que la conducta de estos insectos sigue siendo “un aguijón para el pensamiento”.