top of page
  • Foto del escritorColmenaPolítica

MARCANDO LA DEMOCRACIA CON MEMORIA : Desde la reapropiación de los sitios

“(…) olvidaron de borrar las huellas que mis pasos marcaron en tantas calles y caminos del mundo”

*Dardo Sebastián Dorronzoro – 14 de julio de 1913 / 25 de junio de 1976. Artesano, escritor y periodista y Militante.


Introducción


El siguiente artículo versa sobre la estatización de la memoria del pasado reciente en Argentina, del periodo de violencia política y dictaduras.

Las marcas institucionales, territoriales y simbólicas fijadas en el pasado han proliferado en el mundo contemporáneo. Se trata de iniciativas de familiares y víctimas de grupos activos, que reclaman el reconocimiento y el homenaje a través de monumentos, archivos documentales y testimoniales. En suma, las memorias del pasado actúan como estímulo de búsquedas e interpretaciones y a su vez como construcción de una memoria colectiva para y desde la sociedad.

Este proceso de conmemoración posee al menos dos etapas, una de ellas, es la demanda de un grupo social, en un escenario político que lucha en el presente que está ligado a acontecimientos del pasado y la otra etapa se caracteriza por la ya instalación de la marca, la cual tiene que ver con la significación que se quiere dar con esas conmemoraciones al resto de la sociedad y a las generaciones futuras.

Por ello el texto trabaja especialmente la estatización desde la implementación de políticas públicas y la reapropiación de los Ex CCD (Ex Centro Clandestinos de Detención) , los cuales se entienden como todos aquellos lugares utilizados para la planificación o ejecución de crímenes por parte del Estado , en distintos períodos históricos, con eje en el terrorismo de Estado ejercido por la última dictadura argentina, transformándolos en sitios de memoria.

El objetivo es poner en cuestión algunos supuestos acerca del “deber de la memoria” en relación con la democracia. Al analizar esta relación el escrito se propone ubicar las memorias en los distintos contextos sociopolíticos, desde la transición de la democracia hasta el periodo del gobierno de Néstor Kirchner.

Entre los interrogantes destacados para conllevar el escrito se expresan los siguientes: ¿Qué papel ocupan los sitios de memoria en el espacio público? ¿Cuáles son los conflictos y batallas de memoria? ¿Qué políticas públicas de memoria se llevaron a cabo en nuestro país? ¿Una memoria colectiva o individual para recordar?

Es por eso que se propone descomponer la relación entre democracia-memoria y estado-memoria, para así explorar aspectos concretos que en democracia se operan para la activación de memorias del pasado dictatorial.

El diseño del mismo es bibliográfico, ya que, para su elaboración, se utilizaron diversos textos que refieren al tema como principalmente el de Ludmila da Silva Catela, donde la autora trata de mostrar la génesis de conformación de un campo de discusión entre sectores de DDHH y el Estado, se centra en la idea en lo que los ex CCD debían ser el núcleo de la institucionalización de las memorias. Y el otro texto que acompaña es el de Memoria y Democracia incierta de Elizabeth Jelin, que analiza más bien el proceso de instalación de las marcas territoriales, haciendo además referencia a ¿qué es eso del deber de la memoria?.


I.Lugares con memoria

Dichos lugares podrían entenderse como los sitios que condensan significaciones en torno a una política nacional de la memoria, por esta razón son comprendidos como productos culturales y sociales.

El territorio de la memoria como lugar construido se despliega al mismo tiempo en un sentido político, constituido a través de una trama particular que es el poder, sin embargo, el territorio siempre está cargado de diversos significados.

Es en ese sentido que la política de memoria se anuda con el espacio socialmente construido.

Toda política pública es el producto del enfrentamiento y la negociación entre diferentes proyectos, los que a su vez emergen de diferentes actores sociales (Rabotnikof 2007). Si interpretamos a las políticas públicas como resultado de estas negociaciones sociales, podemos considerarlas como indicadores de la distribución del poder dentro del mismo Estado como así también de la sociedad.

La construcción de los sitios de memoria implica diversas luchas de sentido en dichos espacios, particularmente el ¿cómo se recordará?

La conceptualización “lugar con memoria” pensado como signo, acentúa el papel del espacio material y simbólico puesto que la relación entre memoria y lugar solo puede comprenderse mediante la introducción de un tercer término, el espacio social, entendido como un sistema estructurado a partir de prácticas sociales.

Las marcas territoriales pueden ser el vehículo de la memoria, pero el recorrido es trazado por la propia subjetividad de quien las transita, logrando o no, reapropiarse de ellas (Jelin y Langland 2003)

En Argentina, el decreto presidencial 8/98 del 6 de enero firmado por el entonces presidente Carlos Menem, proponía un monumento de pacificación nacional (Da Silva Catela,2010), allí donde había funcionado el mayor Centro Clandestino de Detención del país, la ESMA, se construiría así un monumento como símbolo de la convivencia democrática. Fue entonces por este decreto que comenzó una batalla por la memoria y se inauguró un momento bisagra en relación a la necesidad de preservar los lugares que habían sido CCD como sitios de memoria.

Allí donde el Estado había impuesto con decretos el perdón y el olvido, diversos grupos e instituciones respondían con una batalla por la memoria y la verdad (Da Silva Catela,2010), emanando así una política pública de memoria que dé respuesta a estas luchas históricas.


II.Reapropiación de los sitios a partir de la implementación de las políticas públicas de la memoria


Como políticas de memoria se consideran a aquellas que los diferentes actores despliegan en el espacio público (Rabotnikof 2007). Se entrelazan y articulan aquí la política pública, la reactivación de una memoria en relación con el traumático pasado reciente, la conmemoración a las víctimas y el pedido de justicia.

Las fechas 19 y 20 de diciembre de 2001, generaron un quiebre en la historia del país, en relación al tema de las memorias de la represión, ese año funciono por lo tanto como una bisagra. Durante eso momentos comenzaron a haber diálogos y propuestas conjuntas entre el Estado y los Organismos de DDHH, para crear instituciones de memoria y momentos públicos para recordar a los desaparecidos.

Si durante la década del noventa, el discurso dominante desde el Estado era el de reconciliación, ahora prevalecía la necesidad de creación de instituciones hacia el futuro (Da Silva Catela,2010). En el año 2000 se crea, en La Plata la Comisión provincial por la Memoria que sirvió en adelante como un modelo a seguir.

Esto se reforzó más en el año 2003, con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno, fue a partir de este siglo que se creó una política estatal de la memoria de las víctimas y sus familiares, que se emitía del gobierno nacional y de los gobiernos provinciales, con el acompañamiento de los Organismos de derechos Humanos, pusieron el sello y pasaron a institucionalizar la memoria.

A los 30 años el Golpe en el año 2006, se celebró con un momento de memorias monumentales, con la creación de instituciones como archivos, centros culturales, memoriales, y sitios.

Según Da Silva Catela se pueden distinguir una serie de acciones que caracterizan estas políticas de memoria:

-La creación de un nuevo feriado nacional, el 24 de marzo, aniversario el Golpe, declarado como día de la Memoria, Verdad Y Justicia, obligando a los colegios a organizar actos conmemorativos, y a su vez la aportación de materiales pedagógicos por parte del gobierno nacional.

-La reescritura de un nuevo prologo para el libro Nunca Mas

-La creación de un Archivo Nacional de Memoria.

-La inauguración de manera oficial de la reconversión de los ex CCD en sitios de memoria.


III.Las marcas territoriales de la memoria


Al entender las políticas públicas de memoria como prácticas de marcación territorial efectiva y como prácticas que hacen visible la denuncia acerca del antiguo uso y función de los sitios surge la posibilidad de delinear un nuevo sentido de aquellas estructuras funcionales de los mecanismos de represión de la última dictadura en Argentina.

Los nuevos sentidos asociados con los lugares abarcan desde diferentes formas de homenaje y conmemoración hasta grafitis, murales y pintadas en las cercanías del ex CCD.

Las formas y contenidos de las nombradas marcas se van transformando conforme el paso del tiempo. En los últimos años, promueven el recuerdo de los desaparecidos apelando a la reconstrucción de su identidad. Las victimas aparecen individualizadas, caracterizadas, recordadas desde sus lugares de pertenencia social. Además, las placas, murales, parques, calles y monumentos promueven el sentido de la memoria y operan como espacios de transmisión y reapropiación de los hechos relacionados en la última dictadura militar.

Estas marcas tratan así de dar materialidad a la memoria y de hacerla pública, visible a las miradas y a su apropiación, son a su vez espacios físicos transformados en un lugar con significados particulares, cargado de sentidos y sentimientos para los sujetos que vivieron en ellos.


IV.Construcción de una memoria colectiva


La memoria solo puede ser colectiva, porque los sujetos viven y realizan sus prácticas sociales en una comunidad donde sus acciones y pensamientos siempre están intuidos por la sociedad y por la cultura creada por ella. Esto también depende del grupo social en el que los sujetos se ubican.

La memoria colectiva se forma a partir del recuerdo que una comunidad tiene de su propia historia y también de las lecciones y aprendizajes que, más o menos conscientemente, extrae de esta (Jelin y Langland 2003).

La historia del lugar, así como también el quiebre de la vida cotidiana relacionada con la represión llevada a cabo por la última dictadura, se intentan reconstruir, por un lado, a partir del trabajo arqueológico y por otro, a partir de la reconstrucción de historias de vida de los actores participantes.

Resulta evidente que no puede hablarse de una única memoria y que las temporalidades diversas le imprimen a la construcción de la memoria colectiva una característica de constante reactualización, proceso asentado en un entretejido complejo y en constante tensión (Jelin y Langland 2003)

Se considera como primer eje la construcción de un nuevo relato acerca del pasado a partir de los emplazamientos de estos lugares; un segundo eje implicaría revisar que elementos se enlazan y se problematizan en función de la marcación de estos lugares como testigos de lo que ha ocurrido. Se trata de lugares que intentan propiciar, una activación de la memoria a partir de la presentación de información al visitante, para que sea este quien elabore su propia interpretación sobre aquellos acontecimientos y para que, a partir de este ejercicio, pueda repreguntarse sobre el pasado a través de su propia subjetividad. Ambos articulan lo que puede llamarse patrimonio tangible e intangible en relación con la construcción de una memoria colectiva que sea capaz de operar en el presente y en el futuro (Jelin y Langland 2003).

A partir de la selección, y la interpretación de los elementos, sitios, el proceso de patrimonializacion cobra sentido como resultado de una construcción asociada a una determinada política de memoria.

El lugar de memoria entonces inscribe ciertas características y relatos que sirven de vehículo para la construcción de una actitud crítica acerca del pasado.

Es así como la utilización que puede hacerse del pasado motiva, abiertamente, acciones políticas, por lo que evidenciar en un lugar los restos del pasado implica una toma de posición, de decisión y asumir una postura ideológica (Da Silva Catela,2010).


CONCLUSIÓN


En el transcurso de este trabajo se ha querido dar cuenta de las conexiones entre política pública, lugar y memoria, tratando de precisar ciertas características de acuerdo a los distintos contextos sociopolíticos que han transcurrido en nuestro país, donde cada uno ha tenido una forma particular de entender la memoria y esos recorridos fueron los que desataron los conflictos y batallas acerca del tema.

Como se pudo observar desde la transición de la democracia, donde la consigna era buscar los cuerpos desaparecidos y los rastros del terror, pasando por el neoliberalismo que solo pretendía cierta reconciliación, pero basada en el olvido y el perdón, se puede decir que después de un tiempo, con la llegada de Kirchner al gobierno es donde el Estado comienza a poner en diálogo el deber de la memoria y a su vez dar respuesta a las demandas de los familiares de las víctimas, por medio de políticas públicas y reapropiación de los sitios de la memoria, MARCANDO ASÍ A LA DEMOCRACIA CON MEMORIA, que no solo responde a una sociedad del presente si no a las próximas generaciones, por ello es necesario que la memoria sea colectiva.

Retomando el objetivo principal y los interrogantes planteados al principio se podría concluir que el “deber de la memoria” en relación con la democracia está ligada al ideal de que los Ex CCD son el núcleo de la institucionalización de las memorias, comprendiendo así a estos lugares, como marcas que están ligadas al pasado pero que tienen inscriptas en si mismas un horizonte de futuro, cargando un mensaje para el mañana , con la intención de intervenir para que el futuro democrático sea mejor y no se repitan estos horrores otra vez en la historia de nuestro país, es por ello que debemos recordar.


BIBLIOGRAFIA


DA SILVA CATELA, L. (2010) “Esas memorias... ¿nos pertenecen? Riesgos, debates y conflictos en los sitios de memoria en torno a los proyectos públicos sobre los usos del pasado reciente en Argentina”. Foros sobre Memoria Social e Historia Reciente. Núcleo Memoria, IDES, Buenos Aires.


JELIN, E. (2014). “Memoria y democracia. Una relación incierta”. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Nacional Autónoma de México Nueva Época, N° 221, pp. 225-242.


JELIN, Elizabeth y Victoria Langland. 2003. Prólogo de las compiladoras. En Monumentos, memoriales y marcas territoriales, comps. Elizabeth Jelin y Victoria Langland, Buenos Aires: Siglo XXI.


RABOTNIKOF, Nora. 2007. Memoria y política a treinta años del golpe. En Argentina, 1976: estudios en torno al golpe de Estado, ed. Clara E. Lida, Horacio Crespo y Pablo Yanke-levich, 259-284. México: El Colegio de México.














17 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page